‘Bajo el lema “Palabras que sanan” en el Externado semicerrado de Cali se cumplió una actividad que busca fomentar una cultura de paz, donde el lenguaje sea el dinamizador de la convivencia, la tolerancia y el fortalecimiento de vínculos.Fomentar la conciencia sobre el poder del lenguaje en la convivencia diaria, promoviendo el uso de palabras restaurativas y positivas que contribuyan a la resolución pacífica de conflictos, la construcción de relaciones respetuosas y el fortalecimiento de una cultura de paz en los entornos cotidianos, fue el propósito de esta sesión pedagógica.Tras el acostumbrado círculo restaurativo, se invitó a los jóvenes a reflexionar sobre qué significa la expresión cultura de paz. A través de un breve sondeo participativo, compartieron sus ideas sobre el impacto del lenguaje en las emociones, la convivencia y los procesos restaurativos.Posteriormente, se desarrolló la primera actividad, en la que los participantes observaron en el tablero una serie de frases negativas como ejemplos de lenguaje que puede herir, desmotivar o generar conflicto. En la mesa se encontraban tarjetas con frases positivas, que funcionaban como versiones restaurativas o constructivas de esas expresiones negativas.El reto consistía en identificar la frase sanadora que correspondía a cada expresión negativa y pegarla justo debajo, promoviendo así el análisis sobre el poder de transformar el lenguaje desde el respeto y la empatía.A continuación se realizó la segunda actividad: “Diccionario restaurativo”. En esta dinámica creativa, los jóvenes elaboraron frases positivas y reparadoras siguiendo el orden del abecedario, trabajando con palabras que comenzaran con cada letra y que promovieran el ánimo, el entendimiento, el perdón o el crecimiento personal. Algunas frases creadas fueron: “Ánimo, estás haciendo tu mejor esfuerzo”, “Brindar segundas oportunidades también es justicia”, “Confío en ti”, “Disculparse es de valientes”, entre otras.Para finalizar, se compartieron algunas de las frases construidas y se propició una reflexión final sobre la importancia de cuidar nuestras palabras en los momentos de conflicto, reconocer cómo el lenguaje puede sanar o herir, y cómo una cultura de paz se construye a diario con empatía, escucha y comunicación consciente
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