En cifras:
En Colombia y específicamente en el Valle del Cauca la violencia juvenil ha tenido un crecimiento que desafía a la sociedad y a las instituciones, es así como la Personería de Infancia y Adolescencia presenta una estadística de los índices de delitos cometidos por adolescentes y jóvenes. Personería Municipal de Cali (2015) “durante el año 2014 un total de 1604 menores de edad fueron aprehendidos por las autoridades por cometer diferentes delitos, de los cuales el 93.3% (1498) eran hombres y el 6.7%(108) mujeres. Entre los delitos cometidos más comunes por este grupo poblacional se encuentran el 42.3% (680) hurto, 22.1%(356) fabricación, tráfico y porte de armas y municiones, 15%(242) tráfico, fabricación o porte de estupefacientes y el 5.1%(82) homicidios entre otros”. (pg.125).
Todo lo anterior son condiciones que se dan en el medio social y familiar, enfocadas en el maltrato, el abuso físico, la negligencia, el abuso sexual y emocional, el abstencionismo escolar, la suspensión de la escuela, los pares o grupos de amigos, donde se establece la realización del delito en compañía de un amigo ocasional.
Se observa que la realidad del joven es consecuencia de un deterioro a nivel familiar que evidencia vacíos afectivos que marcan de manera negativa el desarrollo emocional, en un marco de responsabilidad es necesario la participación de agentes que intervengan en el proceso de atención con un enfoque resiliente y con un carácter preventivo que permitan el reconocimiento de sí mismo y la toma de conciencia, de unas opciones de vida como lo describen muchos de los adolescentes y jóvenes cuando se les pregunta acerca de lo que faltó en su vida.
Por tanto el enfoque institucional de La ONG CRECER EN FAMILIA se fortalecerá desde la capacidad RESILIENTE que se ajusta a tres aspectos que están en consonancia con los lineamientos, establecido una ruta de atención así: acogida, aceptación, permanencia y proyección, la cual estará regulada por las acciones y prácticas restaurativas que nos permitan establecer una justicia restaurativa como cultura en los centros de atención y los diferentes actores del SRPA.
El enfoque resiliente tendrá como primicia la aceptación en la búsqueda de herramientas humanas para la superación del conflicto así lo sugiere: (*2) Cyrulnik (2001) afirma: “conseguí superarlo, dicen con asombro las personas que han conocido la resiliencia, cuando tras una herida, logran aprender a vivir de . Sin embargo este paso de la oscuridad a la luz, esta evasión del sótano o este abandono de la tumba, son cuestiones que exigen aprender a vivir de una vida distinta”
Esta forma de ver el enfoque resiliente hace ver que las acciones y prácticas de los centros de atención operados por la ONG CRECER EN FAMILIA con los jóvenes y adolescentes que inician una etapa para aprender a vivir y convivir de manera distinta, donde la familia es un actor determinante de activación resiliente, todos los profesionales de intervención en el proceso de atención tienen el reto de participar y poner en marcha el plan de atención de los tres momentos, emprendiendo las
acciones correspondientes que garanticen el restablecimiento y el empoderamiento para que los jóvenes y adolescentes se asuman como seres con responsabilidades, reconociendo las consecuencias de las conductas que los llevaron a su paso por el SRPA.
Seguimos la lógica del proceso definiendo que es resiliencia, para entender este enfoque, que sumado a los tres momentos (aceptación, permanencia y proyección) los cuales son un eje trasversal de las prácticas, acciones informales y formales de nuestra practica restaurativa institucional, la resiliencia se define según el diccionario Espasa como voz que usa la mecánica para indicar la “propiedad de la materia que se opone a la ruptura por el choque o percusión y el Larousse define como “ índice de resistencia al choque de un material”. En este artículo, resiliencia equivale a “resistencia al sufrimiento” y señala tanto la capacidad de resistir las magulladuras de la herida psicológica como el impulso de reparación psíquica que nace de la resistencia” (Cyrulnik, 2001, p.23).
De este modo los tres planos principales que abordaremos en este enfoque como hilo conductor y que se inician desde la llegada de los jóvenes y adolescentes en los transitorios con el acompañamiento interdisciplinario y la formalización de las acciones emprendidas por los profesionales en el marco de prácticas restaurativas, y bajo lo definido anteriormente se promueve la adquisición de recursos internos que se impregnan en la interacción de:
Aceptar y verbalizar la historia, explicar la forma de reaccionar ante las agresiones de la existencia.
Permanencia: explicar la agresión y los daños provocados por el accidente ocurrido, dándole una significación en el contexto personal, familiar y social.
Proyección: como la gran posibilidad de regresar a la sociedad para que prosiga su desarrollo como ciudadano.
Por muy grave que sea lo que haya sufrido un niño, la psique se revela tan flexible, que con los ingredientes del contacto humano, el entendimiento, la palabra, se puede volver «a flote» Cirulnik.2001)
Boris Cyrulnik ha realizado aportes sustantivos sobre las formas en que la adversidad hiere al sujeto, provocando el estrés que generará algún tipo de enfermedad y padecimiento. En el caso favorable, el sujeto producirá una reacción resiliente que le permita superar la adversidad.